El concepto de transición demográfica explica la relación existente entre crecimiento demográfico y desarrollo socioeconómico de un país.
Se conoce como “primera transición demográfica” al fenómeno que explica el paso de la sociedad agrícola tradicional al de la sociedad urbana de mercado, desde la función social de la fecundidad.
Así, se plantea que las sociedades tradicionales necesitaban altas tasas de fecundidad para compensar las altas tasas de mortalidad existentes; en tanto, que la urbanización, la educación y los cambios económicos y sociales concomitantes causaron una disminución de las tasas de defunción, en particular las tasas de mortalidad de menores de un año; y que las tasas de fecundidad comenzaron a declinar a medida que los hijos pasaron a ser más costosos y menos valiosos en términos económicos.
La segunda transición demográfica expresa un crecimiento demográfico relativamente bajo (aunque sostenido, porque la reducción de la mortalidad suele traer aparejada una reducción de natalidad), que se caracteriza, esencialmente, por un aumento explosivo de la esperanza de vida, lo que provoca que un amplio sector de la población pertenezca a la tercera edad.
Por eso, esta segunda transición demográfica se conoce también como “economía del envejecimiento”, en la medida que expresa, por una parte, el aumento de la calidad de vida y su incidencia en una baja mortalidad y, por otra, la necesidad global de que la tercera edad se reincorpore a la población económicamente activa.
Así, analizar la economía del envejecimiento supone relacionar dos indicadores básicos: la tasa de envejecimiento y la tasa de dependencia.
La tasa de envejecimiento se define simplemente como el porcentaje que representan los mayores de 65 años sobre la población total. La tasa de dependencia, en cambio, muestra el porcentaje de adultos mayores sobre la población activa.
En tanto la tasa de envejecimiento va creciendo significativamente en la medida que aumenta la calidad de vida de un país (en especial, en términos de salud y economía), la tasa de dependencia requiere de una intervención estatal específica, tendiente a provocar que el aumento de la población en edad senil no signifique un costo social insalvable.
Los factores que explican el aumento de la tasa de envejecimiento son, entre otros, el descenso de la natalidad, lo que provoca envejecimiento como consecuencia de que nacen menos niños; mayor longevidad, en la medida que los avances médicos han permitido alargar la vida del ser humano; disminución de la mortalidad, etc.).
Finalmente, cabe señalar que existen tres sistemas económico-sociales que se ven directamente afectados por el envejecimiento demográfico: el sistema de jubilaciones, el sistema de salud y el sistema de atención social.
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